Donde los humanos no pueden vivir, la naturaleza se está recuperando y en algunos lugares del enorme desierto radiactivo de Chernobyl, en Ucrania, existen manadas de lobos que viven en estructuras arcaicas, desaparecidas de otras partes de Europa. Aquí pueden vivir como auténticos lobos, formando grandes grupos como lo hicieran durante la mayor parte de su historia evolutiva.
Antes de 1986 el territorio estaba poblado y disponía de amplias zonas de cultivo, por lo que escaseaban los lobos; en los veinticinco años transcurridos desde el accidente nuclear esta especie ha proliferado libremente, estimándose en la actualidad que unos 300 lobos intentan sacar el máximo provecho de este paisaje aparentemente hermoso. Sin embargo, estos animales han sido afectados por la contaminación radiactiva generada tras la explosión que lanzó cien veces más radionucleidos que las producidas en Hiroshima y Nagasaki juntas. El biólogo Christoph Promberger se embarca en un viaje a la zona para investigar el destino de estos lobos y de otros animales en las tierras salvajes contaminadas.
Antes de 1986 el territorio estaba poblado y disponía de amplias zonas de cultivo, por lo que escaseaban los lobos; en los veinticinco años transcurridos desde el accidente nuclear esta especie ha proliferado libremente, estimándose en la actualidad que unos 300 lobos intentan sacar el máximo provecho de este paisaje aparentemente hermoso. Sin embargo, estos animales han sido afectados por la contaminación radiactiva generada tras la explosión que lanzó cien veces más radionucleidos que las producidas en Hiroshima y Nagasaki juntas. El biólogo Christoph Promberger se embarca en un viaje a la zona para investigar el destino de estos lobos y de otros animales en las tierras salvajes contaminadas.
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